Por: Lisbeth Fog
Cierre por un segundo los ojos y piense en un bosque. Mire con cuidado los árboles, y en cada uno de ellos deténgase en sus hojas, su corteza, los animales que suben y bajan por su tronco o brincan por sus ramas. Incluso recuerde los colores, el olor, las texturas. Seguro que ha estado en medio de un bosque.
Ahora tálelo. Necesitaba combustible, sembrar papa o construir una cama. Pero ya no hay bosque. Se acabó. Finito. ¿Qué ve en ese terreno? Incluso si pensó en un bosque de manglar, ¿qué pasó? ¿Qué hay ahora? O mejor, ¿qué no hay?