Política 21.01.2011
Piedra, papel o tijera
Uruguay es natural y transparente. ¿Por qué dudarlo? Bueno, motivos hay. Porque cuando surgió la posibilidad de que se instalara una enorme fábrica de celulosa en Fray Bentos evitó informárselo a Argentina, como ordena el tratado bilateral que regula el uso del río que le da nombre a este país. La Corte Internacional de Justicia en La Haya corroboró el incumplimiento tras años de análisis.
Porque cuando organizaciones civiles de la ciudad argentina de Gualeguaychú se alarmaron por las posibles consecuencias de esa actividad industrial en el aire que respiran y en el agua que beben, la reacción en Uruguay del gobierno, la oposición, la prensa y gran parte de la sociedad fue subestimar una preocupación legítima. Porque, se decía, la arrogante Argentina no es natural ni transparente, como sí lo es este país tan modesto que suele describirse a sí mismo en diminutivo. Pero también porque un estudio serio de impacto ambiental habría retrasado la inversión.
Porque, además de la eventual contaminación, el análisis habría debido abarcar el efecto en el agua superficial y subterránea y en el resto del sector rural de la forestación con destino a la industria celulósica. Porque el gobierno uruguayo le facilitó mucho los trámites a la empresa finlandesa Botnia, entonces a cargo del emprendimiento, y a la que le sucedió, UPM. Las autorizó a operar en zona franca, a disponer de un puerto privado y a generar su propia electricidad.