Por: Diana Carolina Cantillo E./Enviada Especial
Pedro toda su vida ha sido agricultor de páramo, pero ahora quiere producir alimentos orgánicos. |
Una inmensa nube anclada en la cadena montañosa no permite distinguir entre el cielo y el páramo. El viento se impulsa, se abre paso entre la neblina. Quienes van camino a la cumbre del páramo Monsalve, Santander, extrañan que estando a casi 3.000 metros de altura no han sentido frío. Entonces don Pedro, un campesino de la zona, les explica que “es por la noche, cuando las nubes se pegan bien pegaditas al cielo, que se empieza a sentir el frío del páramo”.
La travesía comienza en el Alto de Cachirí rumbo al páramo de Monsalve, el cual hace parte del complejo paramuno de Santurbán y es donde nace el río Suratá, el cual fluye por el estrecho cañón de las cuchillas de Magueyes y del Común, para desembocar en el Río de Oro, en el municipio de Girón.
Hace un mes, la presión social al gobierno impidió que el Proyecto Angostura, de la multinacional aurífera Greystar, se desarrollara en el páramo de Santurbán.