MALDITOS
Una BANDA que causa FURIA: Los BARRICKTURROS
El pasado jueves 14 se cumplió un año del desastre de BP en el Golfo de México. Si bien la ola mediática ya pasó, la ola de crudo y contaminación sigue allí. Querámoslo o no, nadie sabe a ciencia cierta cuáles serán las consecuencias de dicho derrame ni quiénes finalmente vivirán las secuelas de acciones y decisiones tomadas en el pasado y hoy.
Hace cinco semanas Japón se sumergió en el dolor y la incertidumbre tras ser azotado por un terremoto y maremoto. Sin embargo, la tragedia no terminó allí. La planta nuclear de Fukushima colapsó ante el desastre y digan lo que digan los expertos y autoridades para tranquilizarnos, perdimos totalmente el control de la situación. Los niveles de radiación en la zona son alarmantes y se extienden a inciertas localidades y geografías. Sabemos que las consecuencias no serán sólo locales, pero desconocemos su posible magnitud. Hace poco, el gobierno nipón subió el nivel de alerta a 7, el mismo alcanzado por el desastre de Chernobyl.
Mientras tanto, en Chile, poco falta para que se termine de tomar una decisión fundamental para nuestro país (de la cual la mayoría de los chilenos y chilenas no seremos parte). En las próximas semanas no sólo se decidirá el futuro de una remota zona en el sur de Chile en la Patagonia y el futuro de nuestra matriz energética, sino que se tomarán decisiones importantes respecto del modelo de desarrollo que seguirá nuestro país.
Etiquetas: CHILE, CONTAMINACION, HIDROELECTRICA, NUCLEAR
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