La disolución premeditada desde antaño de las culturas originarias, en un principio a través de la espada y la cruz, exterminio justificado por la conversión de los indios sin alma a seres cristianos, inhumanos argumentos para concretar la barbarie del saqueo de sus recursos naturales, destruyendo en esa codicia desequilibrada, todo vestigio de las raíces culturales, religiosas, económicas, y de conceptos de organización comunitarios de los pueblos originarios, como los continuos quebrantamientos, hoy, de los estados nacional y provincial, se establecen en el continuismo del despojo, desaparición de los pueblos originarios que no ha tenido su fin.
19 de abril| Marco Díaz Muñoz. Director Agencia de Noticias Copenoa |
El concepto de apropiación durante la sangrienta conquista de América, cuyo fin fue apoderarse de los recursos naturales como el oro y la plata, de los pueblos originarios y de sus tierras, en la actualidad mantiene su matriz.
Despojo y apropiación
El continuismo en la apropiación y despojo, también se ejecutó con sangre indígena en la conformación del Estado argentino, justificando el robo y la expulsión de estos, en las avanzadas militares de la cobardemente conocidas conquistas del desierto y del Chaco, sobre tierras de los pueblos originarios, con el fin de ampliar la geografía de posesión de aquel incipiente Estado, tierras luego distribuidas en miles de hectáreas a militares y ricos, luego latifundistas.
La apropiación y expulsión histórica, que sufren los pueblos originarios, hoy se acentúa en la provincia de Salta, con miles de familias indígenas desterradas de sus tierras ancestrales, hoy denominadas tierras fiscales, figura legal que avala el despojo.