Cristina Kirchner se comparó con un faraón al inaugurar un gasoducto en el estrecho de Magallanes, mientras se concretaba la entrega de los recursos del subsuelo a una petrolera estatal china. Los perjuicios que genera la política del Estado ausente.

"Me siento como Keops frente a la pirámide terminada”, afirmó ayer Cristina Kirchner, sin ruborizarse, al inaugurar un gasoducto en Tierra del Fuego, que atraviesa el estrecho de Magallanes.

La aspiración faraónica de Cristina, sin embargo, choca con la realidad. Y, más allá del gasoducto inaugurado, lo cierto es que el país atraviesa una severa crisis energética, con un Estado ausente y un grupo de empresas (nacionales y extranjeras) amigas del poder que controlan los recursos del subsuelo y que hacen negocios sin límite alguno.

La cabal muestra de esta situación ocurrió ayer, cuando la petrolera Bridas Energy Holdings, del grupo argentino que comanda Carlos Bulgheroni (uno de los empresarios más beneficiados por las concesiones K), anunció un acuerdo de asociación al 50% con China National Offshore Oil Corporation Limited (Cnooc) para la realización de actividades de exploración y producción de hidrocarburos en el país. Es decir, un Estado extranjero, llamado a ser una de las la superpotencias planetarias, podrá disponer de los recursos de nuestro subsuelo sin ningún tipo de impedimento.