MALDITOS
Una BANDA que causa FURIA: Los BARRICKTURROS
Pablo Cingolani El otro día vi en el noticiero una escena escalofriante: los coches del llamado rally Dakar pasaban por medio de unos impresionantes barrancos de color rojo, que me hicieron acordar a Talampaya, o tal vez eran esos mismos, no se: la cosa es que lo primero que pensé es que a nadie se lo ocurriría trazar el recorrido de una carrera de autos –algo que nunca entendí, algo que siempre me pareció la quinta esencia de la alienación capitalista- por medio de la Abadía de Westminster o de la Basílica de San Pedro. Sin embargo, estas máquinas lo hacen por el medio de un santuario de la naturaleza, de un templo de la Pacha Mama, y eso no es observable. Lo importante es quien llegó primero a la meta; quien ganó la competencia. De allí, los carros, y su estela de polvo mecánico, su vomitar combustible y su afanosa búsqueda de la esterilidad, se internaron en los desiertos, los desiertos de altura de los Andes que comparten tres países sudamericanos y que son, sin dudas, uno de los rincones de la Tierra más maravillosos que aún subsisten, conservando una carga única de ese misticismo y de esa belleza que los organizadores y los participantes del rally se obstinan en querer arrasar y desmentir a grandes velocidades. |
Etiquetas: DESTRUCCION, OPINION, RALLY
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