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Una BANDA que causa FURIA: Los BARRICKTURROS

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¿Quién controlará la economía verde?

CORPORACIONES PETROLERAS, FARMACÉUTICAS Y AGROQUÍMICAS DOMINAN LAS INDUSTRIAS DE LA VIDA

 

Grupo ETC *
Desde el inicio del milenio ha estado cobrando forma una economía de base biológica con la promesa de resolver los problemas del pico petrolero y el cambio climático, y de abrir la puerta a una era de desarrollo sustentable. La biología sintética o ingeniería genética extrema, potenciada con la bioinformática y la genómica, es la maquinaria principal de la denominada “economía verde”, que podría propiciar el mayor acaparamiento y despojo de recursos desde la conquista de América.



El informe ¿Quién controlará la economía verde? del Grupo ETC analiza los acontecimientos relativos a las crisis del clima y el petróleo, las nuevas tecnologías y el poder creciente de las corporaciones. El documento advierte que las empresas más grandes del planeta están sacando toda la ventaja posible de lo que por todos lados ya se nombra como “economía verde”, y se preparan para dar su golpe más agresivo en la historia. El objetivo principal de las empresas no es solamente realizar más adquisiciones y explorar otros mercados, sino penetrar en nuevos sectores industrialess, y comercializar con la biomasa que aún escapa del mercado.

En la ruta hacia la Cumbre de la Tierra (Río+20) de junio de 2012, la noción de una “gran transformación tecnológica verde” que posibilitará una “economía verde” está siendo ampliamente promovida como la clave para la supervivencia del planeta. La idea consiste en sustituir la extracción de petróleo con la explotación de la biomasa (cultivos alimentarios y textiles, pastos, residuos forestales, aceites vegetales, algas, etc.).

Los promotores de esta idea vislumbran un futuro post-petrolero en el que la producción industrial (de plásticos, sustancias químicas, combustibles, fármacos, energía, etc.) dejará de depender de los combustibles fósiles para derivarse de materias primas biológicas transformadas mediante plataformas de alta tecnología basadas en la bioingeniería. Muchas de las más grandes corporaciones y de los gobiernos más poderosos ensalzan el uso de nuevas tecnologías —incluyendo la genómica, la nanotecnología y la biología sintética— para la transformación de la biomasa en productos de alto valor.

El Grupo ETC advierte que los nuevos remedios tecnológicos verdes son peligrosos porque promoverán una convergencia y una concentración del poder corporativo aún mayores, e impondrán tecnologías patentadas en comunidades que no están discutiendo el tema ni están preparadas o son consultadas sobre sus impactos.

Los “amos de la biomasa” corporativos están en condiciones de mercantilizar la naturaleza en una escala sin precedente, destruyendo la biodiversidad y desplazando a los pueblos marginados del Sur global, donde se ubican los mayores depósitos de biomasa terrestre y acuática del planeta. Si la “economía verde” se impone sin un debate amplio entre gobiernos y con la participación de los pueblos, las organizaciones y la sociedad civil, la Cumbre de la Tierra a celebrarse en Río de Janeiro del 20 al 22 de Junio del próximo año, arriesga a convertirse en el mayor acaparamiento de recursos —despojo— desde la conquista de América.

La bioeconomía desatará el mayor acaparamiento de recursos visto en más de 500 años, afectando principalmente a agricultores campesinos, criadores de ganado, pescadores y comunidades forestales.

Los actores

Unas 147 compañías controlaron casi el 40% del valor monetario de todas las empresas trasnacionales del mundo en 2007. Tan sólo 737 empresas sumaron el 80% del valor de todas las ETN. Este es el hallazgo de un nuevo estudio publicado en julio de 2011 por los investigadores del Instituto Federal de Tecnología de Suiza (ETH Zürich), con base en el análisis de 43.060 empresas trasnacionales (ETN), localizadas en 116 países.

Según los autores, “el interés de este listado no radica en que pone en evidencia a insospechados agentes del poder. Más bien, exhibe el hecho de que muchos de los principales actores pertenecen al centro del poder. Esto significa que no realizan sus operaciones de negocios aisladamente sino, por el contrario, están vinculados en una red de control extraordinariamente estrecha. Este hallazgo es sumamente importante, dado que hasta ahora no existe ninguna teoría económica o evidencia empírica que haga referencia a si los actores principales están conectados.

Los actores más importantes dentro del núcleo de poder pueden ser entonces pensados como una especie de "súper entidad" en la red global de corporaciones. Un dato relevante adicional en este punto es que tres cuartas partes del núcleo son “intermediarios financieros” (incluyen, por ejemplo, a los bancos de inversión, las firmas de correduría, las compañías de seguros, etcétera).

Las industrias más grandes del mundo están convergiendo en torno a la biomasa, anticipando un futuro después de la petroquímica. Eso no significa que no solo están acaparando tierras y recursos naturales; también están invirtiendo en nuevas plataformas tecnológicas para transformar azúcares derivados de vegetales (de cultivos alimentarios y fibrosos, algas, todo tipo de materia vegetal) en productos industriales. A partir de la biomasa, se están creando nuevas constelaciones de convergencia corporativa que atraviesan diversos sectores industriales.

La competencia por la apropiación de la biomasa (y de las plataformas tecnológicas para transformarla) fomenta la creación de nuevas alianzas de poder empresarial. Entre los principales actores figuran grandes empresas de energía (Exxon, BP, Chevron, Shell, Total), las grandes farmacéuticas (Roche, Merck), las gigantes del agronegocio (Unilever, Cargill, DuPont, Monsanto, Bunge, Procter & Gamble), las principales compañías químicas (Dow, DuPont, BASF), así como el sector militar más poderoso (el de Estados Unidos).

Cuatro ejemplos

DuPont ya es la segunda empresa de semillas, la sexta más grande compañía de plaguicidas y químicos en el mundo, y es ahora un poderoso referente en materiales, energía y aditivos alimentarios derivados de vegetales. Otros jugadores mayores en los sectores de semillas, plaguicidas, químicos y alimentos —incluyendo a Monsanto, Syngenta, Dow, BASF y Unilever— están haciendo inversiones estratégicas en tecnologías riesgosas y consolidando colaboraciones para investigación y desarrollo con la expectativa de convertir la biomasa vegetal en todo tipo de productos con alto valor agregado. 

1. DuPont: El gigante químico DuPont y el gigante petrolero BP tienen una empresa de capital de riesgo, Butamax, que busca comercializar combustibles derivados de algas. A principios de 2011, DuPont compró Danisco, fabricante de enzimas y aditivos especializados para alimentos —ambas compañías tenían una asociación anterior para producir etanol de celulosa. DuPont ya vende un bioplástico derivado del maíz. DuPont (Pioneer) es la segunda empresa de semillas más grande del mundo y la sexta compañía de pesticidas más grande del mundo.

2. Solazyme: Dow Chemical, Unilever, Chevron, Bunge Ltd., la Marina de Estados Unidos y el Departamento de Defensa están aliándose con la empresa de biología sintética con sede en California Solazyme, lo cual define sus mercados: combustibles, químicos, nutrición y ciencias de la salud, y se especializa en transformar “azúcares vegetales de bajo costo en aceites renovables de alto valor.” Solazyme también está asociándose con San-Ei Gen, un fabricante y distribuidor japonés muy grande de aditivos para alimentos para desarrollar a partir de algas y también ya tiene negocios con Roquette Frères de Francia para lanzar al mercado Solazyme-Roquette Nutritionals, una empresa comercializadora también de aditivos alimentarios derivados de algas.

3. Evolva SA: El gigante químico BASF y la gigante farmacéutica Roche tienen alianza con la compañía de biología sintética y biotecnología Evolva SA (Suiza) que conecta sus “tecnologías y línea productiva con las compañías que tienen los recursos y la capacidad para realizar el desarrollo último de los productos así como su comercialización.” Evolva adquirió Abunda Nutrition, su socio en la búsqueda de la producción de vainilla sintética (julio de 2011) y también es socia de International Flavor & Fragrances para producir “otro saborizante clave”. Evolva también está en sociedad con la Oficina de Investigación del Ejército de Estados Unidos, para la búsqueda de compuestos que inhiban el crecimiento de la Burkholderia pseudomallei, patógeno bacteriano.

4. Amyris: Procter & Gamble, Chevron, Total, Shell,Mercedes-Benz do Brasil, Michelin Tire, Gruppo M&G (fabricante de plásticos), Bunge Ltd. y Guarani, todas están asociándose con la empresa de biología sintética Amyris, con sede en California. Según Biofuels Digest, Amyris “se considera una red de sociedades, lo que constituye el elemento central estratégico en su forma de conducirse en el mercado a partir de su baja inversión patrimonial.”

Conclusiones

Frente al caos climático, el colapso financiero y ecológico y la penetrante hambruna, los gobiernos en su ruta hacia Río+20 (la Cumbre de la Tierra de 2012) están desesperados por dar la bienvenida a una transformación tecnológica (de cualquier color) que prometa un Plan B expedito para el planeta. Sin embargo, las composturas tecnológicas no son capaces de afrontar los problemas sistémicos de las crisis de pobreza, del hambre o la ambiental. 

Como se lo interpreta actualmente, el “arreglo tecnológico” es una idea seductora, pero peligrosa, porque animará una mayor convergencia del poder corporativo y desatará una serie de tecnologías de eficacia no probada pero, eso sí, patentadas, en los territorios de las comunidades locales que no han sido consultadas sobre —ni están preparadas para— enfrentar sus impactos. En ausencia de un debate intergubernamental y un amplio involucramiento de las organizaciones de los pueblos y de la sociedad civil, la Cumbre de la Tierra se convertirá en un despojo de la Tierra.

Kathy Jo Wetter del Grupo ETC explica: “No se trata de rechazar la economía verde o las tecnologías, pero ambas son herramientas que deben administrarse bajo sólidas políticas sociales. La Agenda 21 en 1992 llamó a la evaluación de las tecnologías y enfatizó la necesidad de una herramienta para la precaución, que incluya un monitoreo estricto del poder de las corporaciones. Esa propuesta es ahora más urgente que nunca".

El objetivo no es rechazar la economía verde, sino construir economías sustentables, basadas en el uso apropiado y adecuado de la biodiversidad para satisfacer las necesidades humanas y salvaguardar los sistemas planetarios. El axioma ya familiar que reza: “la misma rutina de negocios ya no es opción” debe ser reforzada con otro axioma igualmente importante: la misma gobernanza de siempre ya no es opción.

Las actuales estructuras de gobernanza tanto del ambiente como de la agricultura en el sistema de Naciones Unidas sufren de una falta de coordinación entre instituciones; la falta de una efectiva representación para la mayoría de los gobiernos y la ausencia de oportunidades verdaderamente significativas de participación para las organizaciones de la sociedad civil y los movimientos sociales.

En primer lugar, Río+20 no tendrá éxito a menos que se tomen las medidas necesarias para fortalecer la democracia y la participación de los pueblos dentro del sistema de Naciones Unidas. Los gobiernos deben asegurar la plena participación de los movimientos sociales, especialmente los indígenas, campesinos y de comunidades locales, así como de las organizaciones de la sociedad civil.

Los esfuerzos por contrarrestar la hegemonía empresarial y construir economías genuinamente sustentables deben incluir, entre otros:

Regímenes antimonopolio

Las estructuras antimonopolio existentes hoy son impotentes frente al proceso creciente y continuo de consolidación y globalización corporativa. Un estudio publicado en 2011 por investigadores suizos revela que 147 empresas —que colectivamente conforman una “supra-entidad” económica— controlaban casi el 40% del valor monetario de todas las empresas trasnacionales en 2007.

Un informe de 2010 del Relator Especial de Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación recomendó que los regímenes jurídicos de competencia y antimonopolio se expandan para facilitar el efectivo ejercicio de los derechos humanos incluyendo, entre otros, el derecho a la alimentación, el derecho al trabajo y el derecho al desarrollo. La Ley Modelo de Competencia de la UNCTAD —aunque todavía es un proyecto en proceso y no una autoridad antimonopolio supranacional— es un intento por fortalecer la cooperación multilateral en la esfera de los regímenes de competencia (por ejemplo, en materia de la aplicación coordinada de las políticas de competencia). Los gobiernos deben explorar nuevos e innovadores modelos.

El papel central de la agricultura y la soberanía alimentaria

En los procesos de negociación que conducen a Río+20 existe una preocupante tendencia a subsumir a la agricultura y a la soberanía alimentaria a las agendas “ambientales”, que ignoran las recurrentes crisis alimentarias y los nexos entre la agricultura industrial y la crisis climática. La importancia de la agricultura y, especialmente, el papel de los productores agrícolas de pequeña escala, debe estar en el centro de cualquier discusión sobre una economía verde. Los pequeños agricultores no sólo generan el 70% de la producción agropecuaria global, sino que sus acciones colectivas representan nuestra mayor esperanza para adaptarnos y mitigar la crisis climática.

Los tomadores de decisiones políticas internacionales deben trabajar para cerrar la brecha entre la seguridad alimentaria, la agricultura y la política climática, especialmente mediante el apoyo a la soberanía alimentaria como marco general para enfrentar estos problemas, en contraste con el actual sistema agroindustrial, que propicia que los regímenes comerciales y las fuerzas del mercado dicten las políticas alimentaria y agrícola. La soberanía alimentaria presupone los derechos de las naciones y los pueblos para determinar democráticamente sus propias políticas alimentarias y agrícolas.

La evaluación y la divulgación de la información internacional sobre las tecnologías
Los gobiernos que se reunirán en Río de Janeiro deben adoptar un proceso para negociar/desarrollar internacionalmente un mecanismo de evaluación e información sobre las tecnologías, basado en el principio precautorio, que fortalezca la soberanía nacional y construya capacidades, especialmente en los países del Sur global, para evaluar los impactos en la salud, ambientales, económicos y sociales de las tecnologías nuevas y emergentes, como la biotecnología, la nanotecnología y la biología sintética.

Una tecnología emergente —como la geoingeniería— que puede ser desplegada unilateralmente y tiene como propósito afectar un sistema global (como el clima, por ejemplo), no debe ser autorizada para continuar su desarrollo en ausencia de un mecanismo de evaluación e información como el descrito.* Resumen del informe ¿Quién controlará la economía verde? del Grupo ETC. El documento completo en: http://www.etcgroup.org/es/node/5298>

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MARCHA DE LOS PUEBLOS 9/12/11

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