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Una BANDA que causa FURIA: Los BARRICKTURROS

Una BANDA que causa FURIA: Los BARRICKTURROS

Caramanta tierras y minas 1 y 2


Caramanta tierras y minas I

Viaje del sociólogo y escritor al suroriente de Antioquia. La tierra de la granadilla ahora más parece la tierra de los pastos y los dominios de un “desconocido” ‘Señor’ a quien todos temen.

A las 6 de la mañana dejamos atrás la montaña de oro con sus socavones, sus guacheros y su conflictivo futuro. Las bocaminas son cada vez más escasas mientras trepamos por una carretera destapada en buen estado, lo que levantó suspicacias en mi compañero de silla en un bus que bregaba contra la pendiente: “Es que últimamente se ven por acá muchas camionetas de la compañía y a los ingenieros no les gusta el zangoloteo”.
Las casas de los mineros son descuidadas y oscuras, como si fueran la prolongación de los túneles donde trabajan; construidas en cemento y tejas de zinc, no tienen flores ni árboles frutales. Al cruzar la cuchilla aparecen a lo lejos Riosucio y Supía, también en la mira de las grandes compañías mineras canadienses. Al avanzar hacia Caramanta, los cultivos de granadilla se hacen más frecuentes. Desde lejos parecen gigantescas cobijas que arropan las lomas; de cerca, las frutas maduras que cuelgan tienen algo provocativo, casi erótico.
Las construcciones de bahareque y teja de barro no dejan duda de que entramos en una región campesina. La quebrada Arquía es el límite municipal entre Marmato y Caramanta. La carretera marca otra frontera: en las tierras altas y frescas se ven más potreros que fincas; en las bajas y calientes, más fincas que potreros. Arriba predomina la ganadería; abajo, el café y la caña panelera. Dos modos de trabajar la tierra, y de vivir. Al pasar por una construcción nueva y extraña, que no es ni galpón ni establo, sino corral cubierto, me explican entre silencios que pertenece al “Señor”. Me quedé esperando el apellido.
Caramanta es, sin más, un pueblo bello. Y limpio. Como todos los pueblos del suroeste antioqueño, tiene una iglesia gris de torres altas y agudas; una plaza espaciosa, todavía enmarcada por casas de bahareque, y puertas, ventanas y balcones en madera pintados con azules y verdes, anaranjados y amarillos, rojos y rosados, que combinados unos con otros transmiten una alegría y unas ganas de vivir que dejan tocar el espíritu del pueblo.
Las calles que convergen en la plaza, que vienen de abajo o van para arriba, muestran la misma cara. Los niños juegan a la pelota en las aceras, las colegialas pasan apuradas, los viejos toman tinto en las esquinas, las mujeres balconean apoyadas en los antebrazos. El hotel donde me hospedé tiene un patio amplio; empedrado; rodeado de begonias, azaleas, geranios; tiene comedor con ventanales en el primer piso y sala con reloj de péndulo en el segundo. El resto son alcobas limpias con sábanas recién planchadas.
Historia de saqueo
Caramanta fue andaregueado por conquistadores en busca del oro indígena y de las minas de donde se sacaba. A mediados del siglo fue erigida como Real de Minas con dos encomiendas y adscrita a la Gobernación de Popayán, con el nombre simbólico de Sepulturas, dada la cantidad de tumbas de naturales. Hacia 1820, empresarios acomodados de Medellín pagaron con bonos de la Independencia 160.000 fanegadas y fundaron la Nueva Caramanta, posesiones donde se establecieron poco a poco colonos campesinos prevenientes de Arma, Sonsón y Abejorral en busca de guacas, tierras nuevas y minas de oro.
Minas y tierras han hecho la historia del suroeste, un territorio que se disputaron Antioquia y Cauca en una pugna que se cerró con la guerra del 75 a favor de los antioqueños. Por su lomerío pasaban los caminos que comunicaban a Medellín con Cali y Popayán, y a Medellín y Pereira con Quibdó. La gente de Caramanta vive aún muy orgullosa de que Carlos Gardel haya pasado una noche en el pueblo. Por supuesto, después del fatídico accidente en Medellín.
La Violencia de los años 50 en el suroeste estuvo vinculada a los tres grandes corredores de colonización antioqueña hacia el occidente: Dabeiba, Urrao y Ciudad Bolívar. La región de Caramanta, Supía y Támesis dependía del Comando Superior del Suroeste, mandado por el liberal Juan de J. Franco, que operaba en el triángulo Dabeiba-Urrao-Salgar. Fue una violencia exclusivamente banderiza en sus comienzos; se fue transformando en conflicto social en la medida en que incluía la economía cafetera de Caldas; como se sabe, fue una de las estrategias para concentrar la propiedad territorial en la región limítrofe con Caldas. En la década de los 70, a tun tun de la bonanza bananera en Urabá, aparecen grupos guerrilleros del Epl y las Farc que dominaron tanto la cuenca del Riosucio como la del Murrí y que se expandieron en los 90 hacia Salgar, Concordia y Caramanta.

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MARCHA DE LOS PUEBLOS 9/12/11

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