Ningún país, por más cerrado que sea, es capaz dentro de la sensatez de ignorar la inserción internacional y los procesos globales de articulación de los pueblos y de las economías. La China y el Japón –respetando los matices- ejemplifican sistemas que se abrieron al mundo y se volvieron países poderosos. Los excesos de inspiración telúrica, sin embargo, inducen a la deformación de la armonía internacional en provecho de unos pocos países que no esconden la ganancia ni la voluptuosidad de tomar todo para sí.
La Pangérica (EE.UU.) dispone de más de ochocientas bases militares en todo el mundo y demuestra que es capaz de mentir e invadir para extender su dominio. El caso más reciente es la incriminación de Irán, por su mera intención de defenderse. Pangérica, Francia e Israel, todos países poseedores de armas nucleares, han creado la imagen de que Irán va a enriquecer uranio al tanto por ciento con objetivos bélicos.
La manipulación ha tomado tales proporciones que, de la mano de la ignorancia, se ha pasado a medir el nivel de amenaza de Irán en función del porcentaje de enriquecimiento del uranio. Vi en un reportaje que el nivel de alerta aumentó porque Irán decidió enriquecer uranio al 80 % en vez de al 20%.