MALDITOS
Una BANDA que causa FURIA: Los BARRICKTURROS
17/04/12 Por Carmelo Ruiz Marrero
La soberanía alimentaria de los pueblos enfrenta un nuevo enemigo: el acaparamiento de vastas extensiones de tierras agrícolas. Los nuevos acaparadores de tierras son estados con mucho capital pero poca capacidad agrícola para alimentar a sus poblaciones, como Singapur, Corea del Sur, Arabia Saudita y China, e inversionistas capitalistas ávidos de nuevas oportunidades de lucro.
“Nunca antes se había invertido tanto dinero en el sistema alimentario industrial”, plantea la organización no gubernamental Grain, ganadora del Premio Nobel Alternativo de 2011. “Con las actuales crisis financiera y económica a nivel global, el capital especulativo busca sitios seguros donde multiplicarse. Los alimentos y las tierras de cultivo son esos sitios… La carrera es por ver quiénes logran controlar los recursos para la producción mundial de alimentos –las semillas, el agua y la tierra– y la distribución global de los mismos.”
Grain sostiene que “El dinero también fluye directamente hacia la agricultura industrial y las adquisiciones de tierra. Los bancos, los fondos de inversión y los fondos de pensiones se utilizan activamente para comprar tierra por todo el mundo… los cálculos actuales nos hablan de entre 60 y 80 millones de hectáreas que han pasado a manos de los inversionistas extranjeros para producir alimentos tan sólo en los últimos años. Esto es igual a la mitad de las tierras agrícolas de toda la Unión Europea. La mayor parte de esto ocurre en África, donde los derechos consuetudinarios de los pueblos a la tierra están siendo ignorados de manera flagrante”.
África, el premio mayor
En esta carrera por apropiarse de tierras, África es el premio mayor. Es el último horizonte de lucro del capital transnacional, un continente que los grandes intereses consideran “subutilizado”. La ONG estadounidense Oakland Institute lleva desde el año pasado examinando con detenimiento los negocios con tierras en África. Encontraron que estos tratos son a menudo subvencionados por instituciones del sector público, como la Agencia Internacional de Desarrollo de EEUU (Usaid) y el Banco Mundial, y que involucran no solamente la producción de alimentos para exportación sino también falsas soluciones al cambio climático, como los agrocombustibles y el comercio de lucrativos “créditos de carbono”.
Estos negocios, supuestamente, son para traerle el desarrollo a los empobrecidos africanos, pero Anuradha Mittal, directora ejecutiva del Oakland Institute, sostiene que en realidad hacen daño a la gente de África y su ambiente. “Esta manera de ‘desarrollar’ a África no es ni justa ni sustentable. Está desplazando gente al tomar sus tierras y recursos naturales que producen alimento y proveen sustento a la vez que empeora el cambio climático.”
Estudiando casos en Mozambique, Sudán del Sur, Tanzania y Zambia, las investigaciones de la organización encontraron que los nuevos acaparadores de tierras dejan un saldo nefasto para las poblaciones locales. “En nuestra investigación sobre 50 tratos de tierras en siete países africanos, no encontramos evidencia de que tales inversiones provean réditos financieros justos para los países o sus poblaciones”, dijo Frederic Mousseau, del Oakland Institute.
Latinoamérica también es afectada
En Paraguay la corporación argentina Cresud posee 142 mil hectáreas, en las que siembra mayormente girasol y soya. En los años 90 Cresud logró un crecimiento explosivo, en parte, gracias a una inversión sustancial del magnate George Soros. Para 2011 Cresud era el mayor terrateniente en Argentina, controlando sobre 620 mil hectáreas –para soya y ganado mayormente– al igual que 175 mil hectáreas en Brasil mediante su control sobre la compañía BrasilAgro. A nivel internacional Cresud posee un total de 962 mil hectáreas.
También en Paraguay está asentada la misteriosa corporación NFD Agro, cuyo domicilio es en la isla Bermuda. Sus negocios en Paraguay, que abarcan sobre 35 mil hectáreas donde siembra maíz, soya y otros productos, fueron subvencionados con un préstamo de $5 millones de la Corporación Financiera Internacional, subsidiaria del Banco Mundial. NFD es controlada por inversionistas argentinos, el banco JP Morgan y la firma neoyorkina TRG Management/Rohatyn Group. TRG también invierte en Calyx Agro, que en Paraguay tiene casi 3 mil hectáreas en las que siembra caña de azúcar y otros cultivos. Calyx es un vehículo del comerciante de granos Louis Dreyfus para adquirir terrenos agrícolas en el Cono Sur.
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