Desde abajo veíamos llegar esos pies desacostumbrados al barro, pies adornados con zapatos, por lo general de negro noche, diferente al del negro barro.
Desde abajo quien acostumbra andar descalzo, vio llegar en caravana a esos que parecen tener pegado el celular a la oreja, y que ejercitan su lengua, mas que sus brazos y manos.
Esos hombres de zapato y traje, portadores siempre de soluciones, conocedores amplios de los pasos a seguir, estrategias a tomar, en fin, grandes oradores de la política.
Nos preguntamos los descalzos, por que se no se acercaron antes, por que recién ahora nos miran, nos visitan, nos hablan.
Como siempre les concedimos la palabra, y la cabeza agachamos cuando nos hablaban, para dialogar con la tierra y nuestros pies, y de esa manera entender, su idioma y su decir.
Sucede que no saben dormir en el piso ni en hamacas, sucede que los hoteles cercanos ya están planificando la muerte de nuevos tobas, o posibles teleteatros sobre nosotros, por la atracción turista que de pronto generamos, nosotros, los de los pies descalzos, del color del barro.
Pedimos entonces nosotros, que recorran también la lomita, que pisen alguna ves bermejito, techat, espinillo. Que lleguen con su palabra allí donde nadie todavía hablo, y mucho menos se sentó a escuchar. Pedimos por favor escuchen, y reflexión sobre ese escuchar por largo tiempo, para poder empezar a entender.
Hay un Félix Díaz también en chaco, también de la etnia toba qoom, que en Castelli hace años pelea por la recuperación de su territorio. También hay otros Félix Díaz en Salta, con iguales carencias y faltas, luchando y en resistencia. El sub. Marcos, como le llamamos los que lo conocemos, también anda por el impenetrable y vive en Mira flores, con su mujer, su hija y un niño al que adopto a pesar de no tener el mismo a veces para comer.
Todas estos hombres con sus historias, están también adentrados en el monte, luchando, peleando, resistiendo, cortando rutas cada ves que es necesario. Se los reconoce por sus pies descalzos, de color negro barro, distinto al negro de los zapatos, de fino lustre y alto precio.
Todos estos hombres son hijos de la tierra y guardianes del monte. Y sin ayuda de la telefonía celular, conversan con el rió antes de salirse a pescar, conversan con el monte, antes de salirse a mariscar en busca de algún guasuncho.
En nombre de ellos y con su permiso, un simple lenguaraz de la comunidad toba qoompi del impenetrable chaqueño, expresa;
Que es tiempo de oír a quien calla, y da la palabra al silencio, que hecho viento se pronuncia y habla. Que la necesidad inmediata no es la practica de la solidaridad, del apoyo, de la marcha o el repudio. Que lo inmediato es quitarse los zapatos, y caminar descalzos por el monte, bañar a nuestros pies con tierra, ser arco, ser flecha.
Por eso quienes formamos parte de la común unidad de hombres y pueblos, seguimos tratando de abrir mas los oídos que la boca, afilar mas el machete que el control de la tele, generar mas contacto con los hijos del monte, que con los portadores de zapatos negros, de fino lustre y alto precio.
Los mismos que en unos días abandonaran los hoteles donde se alojan, llevándose consigo cientos de papeles y notas. Mas no habiendo compartido siquiera, la vela que por las noches es flor de luz en la primavera, el crujir de la leña reunida para dar paso al cocinar. El permanente convidar de silencios, palabras y abrazos que brindan ellos, los de pies descalzos, de color negro barro, diferente al de esos zapatos de fino lustre y alto precio.