MALDITOS
Una BANDA que causa FURIA: Los BARRICKTURROS
Animada por el alza de los precios, una firma canadiense presenta ante la Xunta su plan para extraer el metal precioso de una mina abandonada de Bergantiños |
Aspecto actual de la mina de Corcoesto en Cabana de Bergantiños.- A. PANADERO |
Ninguna de las seis empresas que desde los años 70 estudiaron el yacimiento aurífero de Corcoesto, una parroquia ganadera del municipio coruñés de Cabana de Bergantiños, encontró tantas buenas señales para decidirse a explotar la mina, conocida ya por los romanos y redescubierta a finales del siglo XIX por una casa británica. Había oro, pero con el precio del metal por los suelos desde la desaparición de la Unión Soviética, la incursión en Corcoesto se convirtió en una aventura poco rentable que las multinacionales fueron abandonando poco a poco, vendiendo sus concesiones a otras que tampoco vieron claro el negocio.
Hasta que el oro recobró su valor como refugio frente a los vaivenes de los mercados bursátiles. Cada onza de oro, 31,1035 gramos del precioso metal, se cotiza a 1.812 dólares en la bolsa de Nueva York, cuando al cierre de 2005 se cambiaba por 503. Con arreglo a estos números, EdgeWater Exploration, Ldt, una firma con sede en Vancouver, presentó a principios de verano ante la Consellería de Medio Ambiente el documento de inicio de evaluación ambiental para explotar la mina de Bergantiños, de la que pretende extraer entre 20.000 y 30.000 kilogramos de oro. La empresa, que ya ha invertido cuatro millones de euros en perforar 44.400 metros de Corcoesto, reconoce que en la ecuación que definirá los beneficios el precio del oro "es un factor de peso". Al mismo tiempo que inicia los trámites en Galicia, la compañía estudia las posibilidades de explotación de un gran yacimiento en Enchi (Ghana).
"El interés aumenta porque sube el precio. Proyectos que antes eran dudosos en términos económicos, si se multiplica por cinco o seis el precio, pueden realizarse", confirma Javier Taboada, catedrático de Explotación de Minas de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Vigo. "Hay que hacer una investigación muy concreta, sondeos, ensayos de laboratorio y catas. El interés depende también de lo profundo que esté el metal, de la cantidad de mineral que hay que remover para acceder a él", explica. La anterior concesionaria de los derechos de explotación de Corcoesto, Kinbauri España -filial de una firma canadiense- sondeó la mina durante dos años, aunque finalmente desistió de su empeño y hoy extrae el metal de dos yacimientos asturianos.
Pero la fiebre del oro del siglo XXI, favorecida por la demanda creciente de países como China, India o Brasil, abre frentes muy distintos que los de la simple búsqueda del beneficio. Para separar el metal precioso del material inútil la empresa que pretende explotar Corcoesto usará cianuro sódico, un compuesto muy corrosivo. El proyecto que Edgewater Exploration presentó ante Medio Ambiente incluye además la opción de una minería a cielo abierto para extraer el metal de las cotas más superficiales. La Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN), consultada por el departamento de la Xunta -un procedimiento rutinario en la primera fase de evaluación ambiental-, pide cautela ante la envergadura del proyecto. Edgewater Exploration tiene previsto explotar 777,6 hectáreas divididas en tres concesiones, que producirán 20 millones de metros cúbicos de estériles de mina. El informe remitido por la concesionaria del yacimiento a la Xunta admite consecuencias para el ecosistema de Bergantiños, como la alteración de la red de drenaje de las aguas superficiales, emisión de polvo durante el triturado de la roca o destrucción del suelo que ocupará la escombrera. "El río Anllóns, a su paso por la zona del proyecto minero, es un LIC incluido en la lista nacional de la Red Natura 2000", recoge el documento.
A Serafín González, presidente de la SGHN, le preocupa sobre todo las consecuencias de vertidos al Anllóns si por accidente se rompe la balsa en la que se llevará a cabo la separación de materiales. Una de las alternativas de la empresa es completar este delicado proceso a cielo abierto. "La realidad es que los accidentes graves existen. Estamos en la cuenca del Anllóns, si hay un derrame puede invadir el río y su estuario", advierte el ecologista, que asegura que el proyecto de Corcoesto está en el "límite de la rentabilidad" y que solo se sostiene gracias al extraordinario incremento del precio del metal en los últimos años. Aunque la empresa le da una vida útil de entre 10 y 20 años, González está convencido de que el negocio solo tendrá futuro "si el oro se mantiene en precios elevados".
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