Por Darío Aranda
Durante los últimos quince años, y de la mano de la profundización del modelo agropecuario, productores sojeros avanzaron sobre territorios indígenas y campesinos. Esto implicó desalojos y desmontes. Para numerosas comunidades indígenas que permanecieron en sus territorios implicó también un impacto, ya que vieron diezmados los hábitat (bosques) de donde obtenían su alimento. En las culturas indígenas, el territorio también es el lugar de cultura, historia y parte fundante de la vida de la comunidad.
“A algunos hermanos los corrió y mató la soja. A nosotros nos quieren hacer lo mismo, pero con la minería, con este metal para las baterías. Nosotros no comemos baterías, nosotros vivimos del salar”, explicó el kolla Flores y, explica y consta en la presentación judicial, que de las salinas depende el patrimonio cultural e identidad del pueblo kolla.Las comunidades indígenas tuvieron históricamente una gran presencia en las salinas de la Puna. La sal fue parte de una cultura de trueque, con viajes que se realizaban transportando panes de sal en burros, desde las salinas hacia otros lugares alejados como Humahuaca, San Salvador de Jujuy, Orán, Cafayate o Salta. Incluso numerosos libros históricos dan cuenta de que en 1840 se produjo una rebelión por la imposición de tributos a la extracción de sal.