Publicado el 03/09/2011
La polución ambiental que generan las industrias de Tucumán agrava la ya crítica situación del ecosistema de la cuenca Salí-Dulce. La mitad del lago Río Hondo está seriamente comprometido, con niveles cero de oxígeno y desde los tributarios como el Salí, el arroyo Mixta y el Troncal, bajan aguas turbias y malolientes, transportando los desechos de ingenios, citrícolas y otras industrias de la vecina provincia. Lo más preocupante, es que la contaminación está diezmando la fauna ictícola.
Este fue el desolador panorama que observó un equipo de técnicos del Comité de Cuenca Salí-Dulce encabezado por el biólogo Sergio Zaltz, que realizó monitoreos en el embalse (principalmente en la zona donde se reciben los aportes de los tributarios) y en cursos de agua tucumanos. Un sector del lago presentaba una imagen multicolor producto de los distintos tipos de desechos: desde negro hasta un verde flúor. También, un olor nauseabundo que delataba la presencia de gran cantidad de vinaza que arrojan los ingenios con destilerías.
“El poder de amortiguación del embalse es cada vez menor. El 50 por ciento está comprometido, no hay oxígeno, recién empieza a tener un poco al frente del Náutico, donde hay un poco de ola. Es triste y alarmante”, contó Zaltz sobre el escenario hallado. Es tal la situación crítica, que a un kilómetro del Club Náutico se siente el olor putrefacto y a unos siete kilómetros cerca del Salí, es constante la explosión de bombas de metano (ver nota aparte). En los tributarios, las mediciones marcaron fuertes niveles de conductividad por la gran cantidad de vinaza disuelta en el agua.
Este fue el desolador panorama que observó un equipo de técnicos del Comité de Cuenca Salí-Dulce encabezado por el biólogo Sergio Zaltz, que realizó monitoreos en el embalse (principalmente en la zona donde se reciben los aportes de los tributarios) y en cursos de agua tucumanos. Un sector del lago presentaba una imagen multicolor producto de los distintos tipos de desechos: desde negro hasta un verde flúor. También, un olor nauseabundo que delataba la presencia de gran cantidad de vinaza que arrojan los ingenios con destilerías.
“El poder de amortiguación del embalse es cada vez menor. El 50 por ciento está comprometido, no hay oxígeno, recién empieza a tener un poco al frente del Náutico, donde hay un poco de ola. Es triste y alarmante”, contó Zaltz sobre el escenario hallado. Es tal la situación crítica, que a un kilómetro del Club Náutico se siente el olor putrefacto y a unos siete kilómetros cerca del Salí, es constante la explosión de bombas de metano (ver nota aparte). En los tributarios, las mediciones marcaron fuertes niveles de conductividad por la gran cantidad de vinaza disuelta en el agua.
Impacto ecológico
El especialista advirtió que esta situación comenzó a afectar gravemente a los peces. Mencionó que durante toda la semana, distintos grupos salieron de pesca en el lago y no hallaron animales.
El especialista advirtió que esta situación comenzó a afectar gravemente a los peces. Mencionó que durante toda la semana, distintos grupos salieron de pesca en el lago y no hallaron animales.