Publicado el 3 de febrero de 2011
Por Amy Goodman
"La gente llevaba un cartel que decía 'Para: Estados Unidos. De: El pueblo egipcio. Dejen de apoyar a Mubarak. ¡Se terminó!'" decía el tweeter de mi valiente colega y productor en jefe de Democracy Now!Sharif Abdel Kouddous, desde las calles de El Cairo.
Más de dos millones de personas se manifestaron el martes en todo Egipto; la mayoría de ellas inundaron la plaza Tahrir de El Cairo. Tahrir, que significa “liberación” en árabe, se convirtió en el epicentro de lo que parece ser una revolución en gran medida pacífica, espontánea y sin líderes en el país más poblado de Medio Oriente. Este increíble levantamiento que desafió el toque de queda militar, fue conducido por los jóvenes, que constituyen la mayor parte de los 80 millones de habitantes del país. Twitter y Facebook y los mensajes de texto de teléfonos celulares ayudaron a esta nueva generación a vincularse y organizarse, a pesar de vivir desde hace tres décadas en una dictadura apoyada por Estados Unidos. En respuesta, el régimen de Mubarak, con la ayuda de empresas estadounidenses y europeas, cortó el acceso a Internet y restringió el servicio de telefonía celular, dejando a Egipto en la oscuridad digital. A pesar de los cortes, como me dijo el activista mediático y profesor de comunicaciones C.W. Anderson con respecto a si lo que estaba ocurriendo en Medio Oriente era una especie de revolución de Twitter: “no es la tecnología, sino la gente la que hace la revolución”.