Tres situaciones al menos vergonzosas para la Argentina. Una, que el avión presidencial no haya podido llegar a Alemania porque iba a ser embargado por los bonistas de ese país. Dos, que el mismo peligro se ceñía sobre el stand en la Feria del Libro de Frnakfutr, el que debió ser puesto a nombre de un privado para evitar el papelón y Tres, que la presidenta (una vez más) haya mostrado su estrecha vinculación con la corporación minera, utilizando, para el viaje a Alemania, un avión de última generación cedido por una empresa minera de Canadá. Obvio, de esto nadie habla.