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Una BANDA que causa FURIA: Los BARRICKTURROS

Una BANDA que causa FURIA: Los BARRICKTURROS

LA “VUELTA” DE CARTA ABIERTA


CARTA ABIERTA/10 ANTE LA RESTAURACIÓN CRISTINISTA

Fecha: Jueves 8 de diciembre de 2011

Por: Esteban Mercatante


Algo más de un año atrás, con el asesinato de Mariano Ferreyra, la intelectualidad K había guardado un vergonzoso silencio, salvo tímidos artículos a título individual. Silencio del que sólo salió lentamente, alentada por la recuperación del gobierno luego de la muerte de Néstor Kirchner.

Hubo quienes, sin dudarlo, pensando a rajatabla desde una razón de Estado, veían “confluencias” entre la izquierda y “la derecha”, contra el gobierno “nacional y popular”. Hubo otros que, criticando esta postura, y pidiendo una “moral sin más’”, pretendieron adoptar “el punto de vista de los oprimidos”. Fue este el caso de Horacio González y Carta Abierta que, luego de varios meses, y sumado al asesinato de Ferreyra los del Parque Indoamericano, señalaban “el despliegue de brutalidad que se llevó las vidas de Mariano Ferreyra, Roberto López, Rosemary Churupaña, Bernardo Salgueiro y Juan Castañeda Quispe”. De allí en adelante, cada muerte causada por el kirchnerismo y sus aliados daría lugar a una intervención de este espacio. Detalle no menor, siempre ante los hechos consumados. Y, aunque cada vez expresan su preocupación, no desprenden en ningún caso las consecuencias de los hechos tratados, considerando siempre que se trata de sucesos inconexos, y no de una seguidilla que ilustra a las claras una orientación del régimen ante las luchas de los sectores más oprimidos.

Penosos aconteceres en medio de “grandes esperanzas”

Hoy, ante el asesinato de otro Ferreyra, Cristian, militante del Mocase, por parte de los “feudales” aliados del gobierno nacional, en este caso del gobernador radical “K” Zamora, emitieron una carta cargada de imágenes poéticas, como no hicieron en el caso de Mariano. La reiteración de estos hechos los encuentra con otra gimnasia para responder, y en algo más de una semana apareció Carta Abierta/10. Titulada “Por una tierra sin condenados”, en una clara referencia a la obra de Franz Fanon Los condenados de la tierra, la Carta rescata toda una genealogía de la opresión que han sufrido numerosas comunidades indígenas y los campesinos.

Podría a primera vista parecer una movida audaz, una muestra de independencia de este agrupamiento frente al gobierno. Más considerando que Página/12 censuró al periodista Darío Aranda por una nota referida a estos hechos, donde se mencionaba la responsabilidad de un aliado del gobierno nacional. Pero no debemos engañarnos. Carta Abierta evita prudentemente toda mención a estos aliados del gobierno. Apenas llega a decir que los “sicarios de la renta agraria” obran “en complicidad con jueces o mandos policiales y políticos”.

Esta posición de inverosímil independencia, los lleva a caer en cada vez más flagrantes imposturas. Algo que ha ocurrido reiteradamente desde los primeros tiempos de este agrupamiento. Como muestra, basta mencionar la declaración emitida ante la represión en Kraft del 25/9/2009. Allí afirman que un “gobierno identificado con los derechos humanos tiene que preservarse como garante del derecho actual a la movilización social y política y llevar a cabo la investigación acerca de los responsables de los hechos del 25 de septiembre”, investigación bastante ociosa cuando bastaba ver los videos para percatarse de la responsabilidad de la Policía Bonaerense, por orden del gobierno, solícito ante los reclamos de la embajadora norteamericana. Otra consecuencia de esta posición inverosímil es seguir hablando de un gobierno que no reprime, sin dedicar siquiera una mención al procesamiento de casi 5 mil luchadores obreros y populares, ni a la detención del delegado petrolero Víctor Oñate en la Provincia de Santa Cruz.

Carta Abierta profundiza la capacidad de negación ya mostrada hace unos meses, cuando los muertos producidos por el kirchnerismo y sus aliados ya habían superado la decena y seguían hablando del “el firme e irrenunciable rechazo a reprimir las protestas populares y las acciones que llevan a cabo los habitantes de nuestro país en defensa de sus necesidades, sobre todo los más pobres y desprotegidos” (“Declaración de Carta Abierta ante la represión y asesinato de militantes sociales en Jujuy”, 3/8/2011). Curioso planteo, cuando ninguna “renuncia” a reprimir habíamos visto en el Indoamericano, ni en el campamento de la comunidad Qom en Buenos Aires, por sólo nombrar hechos en los que la responsabilidad directa de las fuerzas federales está fuera de cuestión. Tampoco el gobernador de Formosa Gildo Insfrán, íntimo aliado de Cristina Fernández (recibido especialmente en la Rosada a pocos días de los asesinatos perpetrados en su provincia), ni Walter Barrionuevo, “renunciaron” a la represión. A estos sucesos, Carta Abierta/10 los repasa ahora como “noticias infaustas, como la muerte de un miembro de la etnia Qom, de las muertes del Parque Indoamericano o las que corresponden al Ingenio Ledesma”, hechos “que oscurecen nuestro presente, este mismo presente promisorio, con una lógica única e implacable: son una estructura de procedimientos insociales. Corresponden a una epistemología completa de negocios”. Una formidable construcción retórica, realizada para escamotear al actor para nada secundario que conecta todos estos sucesos, que no es otro que el gobierno (y las fuerzas represivas) del Estado nacional.

Sin embargo, lo más notorio es que esta última Carta no conserva ni siquiera la tambaleante “firmeza” frente a la represión como límite señalado ante los hechos de Jujuy. Toda la poesía dedicada hacia los condenados de la tierra no puede ocultar el amargo reconocimiento (no explicitado) de que las respuestas represivas se acumulan. Todo lo contrario, las advertencias contra la acción directa son cosa de todos los días en los discursos de Cristina Fernández, alimentando un clima antiobrero. El día anterior a la salida de esta CA/10 el Ministro de Trabajo Carlos Tomada había pedido la intervención de la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico (APTA), y han realizado consultas a la Corte Suprema sobre la posibilidad de dictar intervenciones por decreto, en previsión de un 2012 más convulsivo, considerando que el gobierno viene anunciando medidas que van a significar un ajuste que va a recaer sobre importantes sectores de la clase trabajadora (como desarrollamos aquí).

Carta Abierta, en vez de criticar sin vueltas esta orientación, en vez de, como intelectualidad supuestamente comprometida que no se subordina a la razón de Estado, apenas dedica una mención titubeante a la “irresponsable clase política”. Las “advertencias” de otras cartas, la reivindicación de la “renuncia a reprimir”, han tenido esta vez suficiente pudor como para no reiterarlas. En compensación, dicen que “debemos hacernos cargo hoy en un sentido reivindicativo respecto a la justa tenencia de las tierras campesinas, el respeto de los bosques y la crítica a una expansión agraria a fuego y escopeta”. Lástima que no dicen contra quién debemos defender estas reivindicaciones.

Agropowers

Si no estuvieran en la incómoda posición de defender lo indefendible seguramente varios miembros de Carta Abierta disfrutarían de una interesante “paradoja”: este agrupamiento surgió durante el conflicto del gobierno con fuerzas “destituyentes” agazapadas tras el agropower, y tres años después los vemos pronunciarse ante asesinatos producidos por agentes del agropower que, mal que le pese a Carta Abierta, son cobijados por aliados del gobierno nacional.

Carta Abierta/10 nos habla de la “historia irresuelta e injusta” que signa estas “muertes inocentes”. Pero es una “historia” del presente: los pooles sojeros y sociedades agropecuarias -que en muchos casos cuentan con aportes de fondos de políticos y funcionarios oficiales, como Capitanich- inician cotidianamente una acumulación “primitiva” cuyo presupuesto es el desalojo de poblaciones campesinas y semi-campesinas, tanto como el desmonte de bosques. Para que no queden dudas de dónde se para el gobierno en la cuestión de la tierra, funcionarios del INTA nos dicen que “tenemos tierra subutilizada, bosques muy degradados con bajo valor económico, ecológico y social. Es muy factible duplicar la producción”. Pero Carta Abierta prefiere poner el acento excluyente en “el capanga, la policía rural dominada por las peores lógicas de los empresarios, pequeños o grandes de la tierra”. El carácter “estratégico” que tiene para el Estado nacional la utilización capitalista de la tierra para extender el agrobussiness, se sustrae completamente del campo de análisis.

Carta Abierta reclama una “ley de tierras ecuánime y democrática” que “frene la especulación, reconozca los derechos de los antiguos pobladores y cree una nueva conciencia colectiva respecto a una productividad que se equilibre con la naturaleza y no que la deprede sistemáticamente”.

Debemos concluir que, aunque más no sea por omisión, se trata de un apoyo a la única “nueva” ley de tierras que ha sido puesta en discusión, que es el proyecto de “Protección al dominio nacional sobre la propiedad, posesión o tenencia de las tierras rurales”, presentado en abril por el Poder Ejecutivo. Pero esta ley poco tiene de ecuánime y democrática. Nada dice sobre los derechos de los cientos de miles de ocupantes de tierra en condiciones precarias; ninguna protección ofrece a los más de 220 mil que explotan una parcela en estas condiciones para la garantizar la subsistencia del núcleo familiar (ver al respecto el artículo de Pablo Anino y Esteban Mercatante, “Renta agraria y desarrollo capitalista en la Argentina”, Lucha de clases nº 9). Este proyecto sólo se preocupa por fijar un límite de 20% para las tierras que podrán poseer personas físicas y jurídicas extranjeras. Esto no afecta los derechos adquiridos, sino sólo las compras futuras. No propone ningún freno a la especulación con la tierra, sólo garantiza los derechos de los ciudadanos nacionales a participar de la misma. Ninguna barrera se alza contra “la avidez de un capitalismo depredador, la irresponsabilidad de inescrupulosos empresarios que siquiera son grandes propietarios”; sólo se pretende relegitimar esta ofensiva por la tierra, dándole un barniz “nacional” a lo que no es otra cosa que una feroz ocupación para imponer un modelo extractivista. Tan custodio se muestra el gobierno de la “avidez”, que se niega incluso a homologar el convenio ya firmado entre UATRE y las patronales agrarias, por contemplar el “excesivo” aumento del 35,7% para los salarios de los peones rurales.

Carta Abierta/10 dedica ornamentadas frases a denunciar a los “forajidos de frontera, escapados de otra época” que de forma incongruente querrían apropiar este momento histórico “aunque les es heterogéneo”, pero esconde que los gobiernos feudales que ponen sus fuerzas represivas al servicio de estos “forajidos” son amablemente recibidos en despachos y actos oficiales, en una alianza firme que sustenta al cristinismo.

Es cierto, Carta Abierta se atreve a pedir tímidamente “planes agroalimentarios no como sinónimo de desbaratamiento de los montes sino de soberanía alimentaria”. Pero, ¿cómo hacerlo sin enfrentarse con el Estado y el gobierno nacionales, para los que la “asociación” con la expansión agraria por la vía de las retenciones y los dólares del comercio exterior es una base fundamental del “modelo” que Carta Abierta pide “profundizar”? ¿Acaso el kirchnerismo no ha mostrado desde sus orígenes santacruceños un compromiso con todas las formas de explotación rapaz de los recursos naturales, desde la producción sojera hasta la producción de hidrocarburos, pasando por la minería a cielo abierto de la mano de la Barrick?

La recurrente aparición de “condenados de la tierra”, sólo puede ser una sorpresa para esta intelectualidad demasiado presta a engalanarse con el “lenguaje K”, y poco afecta a tomar nota de los rasgos fundamentales que estructuran al “modelo”. Bajo el imperativo de la acumulación, esta historia se “resuelve” una y otra vez en una extensión de la desposesión, que deja un tendal de nuevos condenados. Por eso, como dicen los compañeros de Lalacnaqom-PTS en una declaración sobre el asesinato de Cristian Ferreyra, “esta nota podría ser de hace un año, de diciembre de 2010, o de octubre de 2009, julio de 2011 o del miércoles de la semana pasada. Hasta podría ser escrita mañana”.

Los mitos del “modelo K”

Esta Carta/10, lanzada a circulación el mismo día que Cristina anunciaba en la UIA la “sintonía fina”, afirma tozudamente que “esta época no ha sido esquiva en generar justas reparaciones. Por el contrario, sus políticas tienen el signo de una cabal apuesta por la ampliación de la igualdad. Por ello mismo, debe ser propicia para mencionar estos hechos que le son extraños o anómalos”. Extrañas “anomalías”, que en menos de un año han costado 14 muertos, y ponen en evidencia todos los terrenos excluidos por el “nunca menos”.

Para Carta Abierta/10, “el asesinato de Mariano Ferreyra iluminó como una chispa al costado de las vías, la realidad oscura de la tercerización”. Sin embargo, la tercerización sigue vivita y coleando. Aunque Cristina Fernández le enrostra esto a Moyano manifestando una pretendida preocupación por las inequidades entre distintos sectores de trabajadores (¡enfrente de los empresarios!), lo cierto es que la tercerización sigue siendo una política de Estado, junto con otras normas de flexibilización laboral, defendidas por el Ministerio de Carlos Tomada, “querido” amigo de Pedraza. Bien lejos de cualquier “reparación”, las medidas distributivas tomadas por el kirchnerismo son un complemento de la preservación del corazón del “modelo K”, las altas tasas de ganancia conseguidas a costa de degradar el salario y las condiciones de trabajo.

Pero, no vaya a ser cosa que pierdan “sintonía fina”, la carta tampoco pierde oportunidad de dar apoyo a la gestión de Aerolíneas, hostil a los sindicatos desde un primer momento. Señala sin ambages “la acción de estamentos laborales cristalizados”. De esta forma, ya sin tanta poesía, sacando de la galera que se trata de un “tipo nuevo de conflicto”, se alinean con el Estado que acaba de solicitar la intervención de APTA y de restituir a la órbita de la Fuerza Aérea el control del tráfico de aviones. Se olvidan de mencionar la entrega del control aéreo a otros “estamentos”, militares en este caso, a los cuáles con el seguimiento del tráfico se les entrega una jugosa caja. En este punto Carta Abierta se vuelve casi indistinguible de la prensa “progre” oficialista, excepto por el enrevesado lenguaje gonzaliano con el que se suma al coro de los ataques verbales al sindicalismo.

La intelectualidad K señala “problemas irresueltos de la misma estructura histórica de este pedazo universal de tierra que llamamos Argentina [...] como los que provinieron del desguace ferroviario y la conversión en vidas precarias de miles de trabajadores que comenzaron a llamarse precarizados”. Pero para el capitalismo argentino, atrasado y dependiente, no se trata de “problemas irresueltos” sino de soluciones. La fabricación de “vidas precarias” es una condición fundamental de reproducción para este “modelo” en cuya defensa se alza la pluma de Carta Abierta. Esta es la gran aporía que recorre la posición de Carta Abierta: no se puede estar a favor de la “profundización” del capitalismo “en serio” que promete Cristina Fernández, y rechazar uno de sus productos más genuinos.

La política K, horizonte máximo para la imaginación

Para conmovernos con una gesta sin propósitos (dado que todo la palabrería de Carta Abierta no tiene otro fin que cimentar el conformismo con el gobierno), nos dicen que “lo que falta no es un problema de restas y sumas, sino de imaginación política”. Para Carta Abierta/10 se trata de “problemas que muchas veces no tienen definición adecuada en nuestro lenguaje y que no se descubren tan magnánimamente ante nuestra supuesta destreza política”. Pero el problema no es del lenguaje, sino de lo que bochornosamente esta intelectualidad “comprometida” con el manejo del Estado burgués no puede nombrar. Preocupados por las “amenazas restauradoras” que provienen de “la derecha”, son incapaces de reconocer el carácter restaurador del kirchnerismo, su rol como garante de la acumulación de capital en la Argentina, que le impone preservar y “profundizar” las conquistas de la burguesía que alimentan las ganancias extraordinarias, y que tienen como correlato la desposesión. Carta Abierta no puede siquiera encontrar un lenguaje para decir claramente lo más elemental: a Cristian Ferreyra lo mandó a matar el empresario Jorge Ciccioli, y fueron cómplices el ministro de la Producción de Santiago del Estero, Luis Parano Gelid, por aprobar y promover los desmontes en tierras campesinas e indígenas, así como el ministro de Justicia Ricardo Daives y el ministro de Gobernación Emilio E. Neder, por la cooperación demostrada por el poder judicial y la policía con empresarios y asesinos. También el gobernador radical “K” Zamora es responsable político de este asesinato. Y si allá por 2008, en el conflicto con el campo, este grupo amagaba con apelar a la movilización de masas, como hicieron también en otras ocasiones (como la disputa con Martín Redrado por el uso de las reservas... ¡para pagar la deuda!), ahora adornan con poéticas cartas las medidas de un gobierno que ataca a los que se organizan en forma independiente.

Toda la lírica de Carta Abierta/10 contra la desposesión parece emular al Hernández del primer Martín Fierro, que en momentos de acumulación originaria en la región pampeana, a costa del asesinato del indio y la domesticación forzada del gaucho, lanzaba una mirada sobre las consecuencias inseparables de este avance de la “civilización contra la barbarie”. Pero como pretenden vendernos los espejitos de colores de que podría lograrse “una tierra sin condenados” con la “profundización del modelo”, terminan mucho más cerca de aquel Hernández de “La vuelta”, el que llama al gaucho a reconciliarse con el régimen del ’80.

Con menos grandilocuencia, y más a la medida de las imposturas cartaabiertistas, los malabares retóricos que ensayan para mantener el “principio de la esperanza” ante la recurrencia de las “anomalías” represiva del gobierno nacional, nos recuerdan más bien a aquel personaje del tema musical de Les Luthiers, don Rodrigo Díaz de Carreras, que ante cada desafío solía expresar, pleno de confianza, “mi honor está en juego y de aquí no me muevo”, para inmediatamente batirse en una desordenada retirada.

[1] Quien tampoco pudo siempre evitar ubicarse desde la razón de Estado, y en los últimos días de diciembre publicó “La razón golpista” (Página/12, 27/12/2011), en el que hacía notar la existencia de “estructuras ocasionales y permanentes de desgaste, que anudan en decisivos lugares compartidos, a intereses y discursos contrapuestos”. La “conspiración trosko-duhaldista”, pero en lenguaje gonzaliano.

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